Nos remontamos en la historia al siglo XIII y nos ubicamos en lo alto del Perdón, en el cruce del camino de Santiago y la cañada de Valdizarbe, donde se asentaba la Basílica y el Hospital de Nuestra Señora del Perdón.
Por diversas vicisitudes históricas, sociales y políticas en 1833 la Virgen es bajada a la parroquia de Astráin. Con el paso de los años, en una sociedad que se industrializa cada vez más y al no ser festivo el Lunes de Pascua, se pierde la costumbre de realizar la romería.
Cuando el Lunes de Pascua se hace festivo laboralmente, los párrocos de la Cendea de Cizur se reúnen en 1991 y deciden recuperar esa tradición. Desde entonces se viene celebrando con masiva asistencia de las gentes de la Cendea y sus hijos, que se han instalado en la capital y otros pueblos.
¿Qué sucede en la romería? Nada mejor que resumir la más reciente…
Es lunes de Pascua y, de todos los pueblos de la Cendea, los romeros se dirigen a Astráin, turbando la paz que reina habitualmente. Los más decididos recorren el camino a pie, llenando la carretera de aires juveniles y bulliciosas conversaciones. A las 11:00 se inicia la procesión de todas las cruces, que representan a cada parroquia. La entrada en la parroquia, acompañada con los cantos de la asamblea, constituye un emocionante espectáculo. El párroco de Astráin, en la eucaristía concelebrada por todos los párrocos de la Cendea, anima a los romeros a confiar siempre en la Virgen María, que es nuestra Madre. El templo estaba abarrotado y muchos devotos no pudieron entrar.
Después de honrar y venerar a la Virgen, el Ayuntamiento de la Cendea de Cizur invita a todos a participar de la chistorrada a la brasa cuyo perfume invadía todo el entorno. Se sirvieron más de 700 bocadillos acompañados de refrescos y vino.
Era el momento de felicitar la Pascua. El momento de sonreír, saludar, bromear, compartir con tantos amigos y conocidos, que tal vez hacía un año que no se veían.
Con esta romería se ha recuperado un poco de nuestra historia y cultura. No nos olvidemos nunca, que todos los pueblos somos «ayer, hoy y mañana». No podemos, ni debemos, prescindir de aquellos actos que nos ayudan a encontrarnos y relacionarnos en nuestra cotidianidad. Felices Pascuas a todos.